Hubo semanas que me moví para conseguir mi principal objetivo de este año,
pero olvidé sentir, olvidé expresarme y restringí cualquier guiño de debilidad,
al fin, mi cuerpo se reveló. No puedo parar de llorar, de sentir que voy a enloquecer.
Quisiera desaparecer, de verdad, sin embargo, ¿quién cuidaría al gato?
Si me voy, me preocupa su bienestar, es lo único que me detiene, ¿por qué? No lo sé.
Tengo todo lo considerado esencial para «estar bien». Familia, salud, hogar, comida, amistades, trabajo, juventud… sin embargo, estoy aquí, tirada en la cama llorando sin saber qué me falta y me cansa, harta de ser fuerte, harta de vivir, ¿acaso olvidé cómo hacerlo?
Obvio, disfruto los detalles de la existencia, la luz de la mañana, el café a mediodía, las risas contagiosas, bailar canciones de otras épocas, ¿qué me pasa?
Me hace sentir tan mal llorar y desear lo peor, me considero una mal agradecida, asustada por perder esto, pero al mismo tiempo echándome al vacío.
¿Qué está mal?
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