Revisé las entradas de este blog y descubrí lo fuerte que la marea pegó.
Casi nada en el año veinte veintiuno, no letras, no frases, no poesía, todo lo sentía.
Mi última entrada fue el dieciocho de septiembre… y heme aquí… no puedo explicar lo que pasó esos meses.
Fui presa de mí, libre de mi cuerpo, casi pierdo los estribos por mantenerme adentro. Caminé sola por calles aturdidas de memorias y vacías de personas, bailé entre pieles transpirando alcohol, respirando fuerte el humo que resulta de consumir tus penas mientras las piensas.
Creí morir, pensaba en ese fatídico destino donde el dolor del rechazó me destruiría… y, en el último día, la nada. Irónicamente sentí que me estaba muriendo cuando sólo había paz adentro, cuando los demonios se fueron del cuarto y volví a ser completa de nuevo.
Sobreviví. Después del dieciocho de septiembre del dos mil veintiuno. Viví. Morí.
Ojos a los ojos, pieles a las pieles, ideas, adioses, nada.