Follow me ;)

Lo que nadie te cuenta del BURNOUT

En 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobó el síndrome del burnout como enfermedad, la cual consiste en una serie de síntomas generados por el estrés laboral crónico. Fue el Dr. Herbert Freudenberger quien acuñó el término en 1974 al publicar el libro «Burnout: The High Cost of High Achievement» donde describía las características de este padecimiento, siendo el agotamiento físico y mental los síntomas más comunes, así como un desencadenamiento de reacciones físicas y psicológicas negativas respecto al trabajo.

Investigué un poco el día que leí el tweet de una amiga, me eché algunos videos y artículos rápidos, la verdad, como con cualquier búsqueda de enfermedades en Google, sentí que la padecía. Todo me hizo sentido, la fatiga, pérdida de apetito, dolores musculares, pesadez, además del estrés, la ansiedad y el insomnio.

Quise pensar que era algo normal por el contexto que atravesaba, pero las semanas pasaban y aparecían nuevos síntomas. Empecé a desapegarme de mis tareas, cometer más errores al realizarlas, estaba irritable desde las 9:00 a.m., justo cuando inicia la jornada. Mis relaciones con mis compañeres del trabajo empezaron a tener tensiones, era claro el cambio en mi actitud.

No podía regular todas las emociones que sentía, la frustración constante, la tristeza, el enojo, la sensación de querer terminar el día apenas comenzaba. Lo peor, cada vez era más difícil concentrarme y pensar creativamente, para este punto, la inconsistencia era pan de cada día, como no podía pensar ideas (mi principal tarea) me sentía una impostora, lo cual sin darme cuenta, debilitaba mi autoestima laboral, haciéndome sentir que debía hacer más y más para demostrar mi valor como profesional.

La desidia ya no era suficiente, solía tomar los cinco minutos libres entre junta y junta para llorar, porque aunado a estos problemas, habían otros relacionados a mi vida privada, duelos, cambios y emociones que no tenía tiempo de procesar. El burnout te mantiene desmotivada la mayoría del tiempo, entonces dejas de ser productiva, te hace sentir peor, intentas hacer todo llevándote al límite, volviendo a sentir el agotamiento y todos los demás síntomas, así, en un círculo vicioso.

Algo que no he leído, al menos no con estas palabras, es que vas al mil por hora, mentalmente y con movimientos físicos torpes, empiezas a descuidar tus entornos, de ti. Recuerdo que solía ser la reina del multitasking… hoy en día, me es imposible atender dos cosas al mismo tiempo, confundo los días, las horas, mis pensamientos son confusos.

Claramente, el sobre pensar tanto genera escenarios fatídicos sobre tu futuro laboral y profesional, cuestionas tu propia existencia, quién eres, qué te apasiona, qué te hace feliz. Junto con estas preguntas, hay fantasías trágicas, te asumes como un miembro más que reemplazabe, por ende, vives con el miedo de ser despedida en cualquier momento.

El libro de Freudenberger señala que las personas «quemadas» se sienten vacías, con la sensación de haber perdido algo, nada se vuelve suficiente. Hay algo, mencionado en el libro, pero pocas veces hablado en foros, tweets o videos, sobre la desalineación entre tu verdadero yo y el mundo que vives. No puedes verte de manera objetiva, así que auto-saboteas aquellas partes seguras de ti.

Además, el burnout no identificado, es enmascarado por pequeñas adicciones, que parecen indulgencias «justificables», pero pueden ser tan peligrosas como tomar una cerveza todos los días en aras de «sentirte más cómodo» o como «premio por trabajar tanto».

Supuestamente, personas con tendencia al perfeccionismo, obsesivas, exigentes de sí mismas, son quienes caemos en esta falta de adaptabilidad e incapaces de funcionar adecuadamente para la vida, porque siempre hemos pensado que somos lo que hacemos, somos por nuestras calificaciones, por nuestros logros profesionales, somos por la cantidad de lo que hacemos, al menos esas ideas tenemos, pero cuando te quemas, ¿qué eres en realidad?

Si pones tu valor en términos de cómo logras cosas, cumples y ganas, debes mirar al pasado a todas las veces que reforzaron tu idea de lo valiosa que eras por lo que hacías bien. En el libro, te invitan a no crear dependencia hacia los elogios, no porque sean malos, sino entender que no son todo en la vida.

Nunca es tarde para buscar ayuda. Y para entender, que cambiar no es malo, porque no eres lo que haces.

Photo by Jacqueline Day on Unsplash

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s


Crea un sitio web o blog en WordPress.com

A %d blogueros les gusta esto: