Hace no mucho,
un día de enero,
estaba de pie frente a la mesa de madera,
¡la mesa ajena a mi casa!
Era de mañana, un sábado,
recuerdo haber leído sobre Orlando.
Luego, la hora del desayuno…
Te acercaste directamente,
mientras me preguntabas,
tu mano derecha tocó mi espalda,
a la exacta altura de la cintura.
Un relámpago golpeó mis sentidos.
En milésimas de segundo, un electroshock.
Hacia años no sentía algo parecido,
era verdadera electricidad atravesando mi espina dorsal.
¿Duro menos de tres segundos?
La sensación, porque el recuerdo se quedó.
Imagínate la colisión más grande,
chispas brotando, como pirotecnia.
Quedé inmóvil,
di la orden a mi cuerpo de no hacer ningún movimiento en falso.
Algo pasó,
algo cambió.
Lo evité.
Pero estoy aquí,
haciendo poesía sin métrica,
inspirada en tu toque.