Miro alrededor y veo personas haciendo cosas que me gustaría. ¿Cómo me he detenido tanto?, ¿en que momento mis limitaciones mentales me llevaron al vortex emocional que me congela?
He estado aquí, en esta tierra, dándome cuenta de lo inevitable: no puedo sola.
Y merezco no hacerlo sola. Necesito parar, abrazarme. Aceptar el mínimo no es opción, ya lo hice antes, ahora no puedo. Ahora necesito recibir y dar.
Me da gusto ver personas a mi alrededor haciendo lo que no me atrevo, porque eso enciende en mí todo para ir por lo que quiero.
Adiós, adiós, adiós.